El concepto de banda ancha se asocia en el mundo tecnológico a la disponibilidad de velocidades de transmisión de datos elevadas. Por tanto es un concepto subjetivo y cuya medida o valoración cambia con el tiempo y con el desarrollo de las redes. Se contrapone al concepto de banda estrecha que indica velocidades que hoy se pueden considerar bajas.
Se conoce como banda ancha en telecomunicaciones a la transmisión de datos simétricos por la cual se envían simultáneamente varias piezas de información, con el objeto de incrementar la velocidad de transmisión efectiva. En ingeniería de redes este término se utiliza también para los métodos en donde dos o más señales comparten un medio de transmisión. Así se utilizan dos o más canales de datos simultáneos en una única conexión, lo que se denomina multiplexación (ver apartado más abajo).
Algunas de las variantes de los servicios de Fiber To The Home son de banda ancha. Los routers que operan con velocidades mayores a 100 Mbit/s también son banda ancha, pues obtienen velocidades de transmisión simétricas.
El concepto de banda ancha ha evolucionado con los años. La velocidad que proporcionaba RDSI con 128Kb/s dio paso al SDSL con una velocidad de 256 Kb/s. Posteriormente han surgido versiones más modernas y desarrolladas de este último, llegando a alcanzar desde la velocidad de 512 Kb/s hasta los 2 Mb/s simétricos en la actualidad.
Al concepto de banda ancha hay que atribuirle otras características, además de la velocidad, como son la interactividad, digitalización y conexión o capacidad de acceso (función primordial de la banda ancha).
Patterson ya hablaba de que la conexión de banda ancha depende de la red de comunicaciones, de las prestaciones del servicio. En su libro Latency lags bandwidth. Communications of the ACM escrito en 2004 cuenta que el retardo es un aspecto crítico para las prestaciones de un sistema real.
Si las redes de telecomunicación se desarrollaron inicialmente para transmitir la voz, los avances tecnológicos, el desarrollo de las técnicas digitales y el creciente volumen de información que se genera en la sociedad y cuya demanda de acceso crece sin parar han hecho que los datos (básicamente información de todo tipo digitalizada) sean los que ocupan hoy en día las redes. Datos que son principalmente el resultado de la digitalización de vídeo, fotos y música, así como de otros tipos de información y de documentos de carácter más profesional. Hasta hace unas pocas décadas el volumen de información que se generaba en el planeta era relativamente limitado y su almacenamiento y transmisión fácil con los sistemas disponibles. La creciente generación y digitalización de la información, asociada a un consumo poco menos que infinito, ha supuesto un reto para los proveedores y operadores de telecomunicaciones y ha obligado a potenciar los sistemas de almacenamiento y las redes que permiten acceder a esa información en cualquier momento y en cualquier lugar. Así la disponibilidad de la banda ancha es ya una necesidad para los ciudadanos, las empresas y las entidades públicas.
Las infraestructuras que hacen posible las telecomunicaciones del siglo XXI funcionan ya todas a partir de la banda ancha y el uso de la banda estrecha se circunscribe a casos muy concretos y a países en desarrollo. El núcleo de esas infraestructuras utiliza velocidades y tecnologías de transmisión muy elevadas de forma sistemática y amplia. Debe transmitir ingentes volúmenes de datos. Pero de cara al usuario, lo más importante es el tipo de acceso del que puede disponer, que es el que condiciona la velocidad máxima de transmisión de datos a la que puede aspirar y donde puede hacerlo.
Desde ese punto de vista del usuario, la banda ancha puede ser fija o móvil. La banda ancha fija se presta hoy en día, principalmente, a través de las redes de telefonía (par de cobre), redes de cable y fibra óptica. La tecnología ADSL (Asymmetric Digital Subscriber Line) es la que ha permitido aprovechar el par de cobre y darle una nueva vida, a la vez que popularizar la banda ancha en los hogares y en las empresas de todo el mundo. Aunque tiene limitaciones derivadas de que el par no está diseñado para la transmisión de datos, el ADSL permite en la actualidad velocidades importantes de, por ejemplo, 10 megabites por segundo (Mbps). Las redes de cable utilizan básicamente el cable coaxial para la transmisión de datos, por lo que son posibles velocidades más elevadas que llegan sin problemas a las decenas de Mbps. Finalmente, la fibra óptica es el último grito en banda ancha fija y permite, con tecnologías ópticas, velocidades de 50 y 100 Mbps sin problemas, aunque su coste de instalación es más elevado. La fibra óptica parece el futuro del acceso en banda ancha fija en los hogares y en las empresas y constituye la base de las redes de nueva generación (NGN – Next Generation Network). El ADSL, el cable coaxial y la fibra óptica suponen las vías de acceso a los datos en casi la totalidad de los casos en los países más desarrollados. Otras vías como pueden ser las redes eléctricas o el satélite son minoritarias a nivel global, sin olvidar el uso de redes o conexiones WiFi que une los mundos fijo y móvil en todo tipo de escenarios.
La banda ancha móvil es la que permite acceder a las posibilidades de la transmisión de datos fuera del alcance de las redes fijas. Este tipo de banda ancha viene desarrollándose mediante oleadas o generaciones tecnológicas 2G ó GSM (Groupe Spécial Mobile), 2,5G ó GPRS (General Packet Radio Service), 3G ó UMTS (Universal Mobile Telecommunications Service), 4G ó LTE (Long Term Evolution), etc. cada una de las cuales es más potente que las anteriores y permite velocidades de transmisión más elevadas. Básicamente la banda ancha móvil se utiliza desde dispositivos de mano (teléfonos móviles o smartphones, tabletas, etc.) o desde ordenadores portátiles mediante modems USB. La generación actual más extendida en los países desarrollados es la 3G, que permite velocidades de varios Mbps sin problemas y que hacen que sobre todo las empresas y los jóvenes tengan en su mano enormes posibilidades derivadas de la voz y de los datos.
La banda ancha por sí sola no tiene valor. Lo importante son los usos y las aplicaciones que le da a la sociedad, vía individuos, negocios o Gobiernos: comunicación, sanidad, educación, justicia, entretenimiento, administración electrónica, etc. Sumada al resto de los elementos que constituyen las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), la banda ancha es hoy el nervio que articula el nuevo mundo digital hacia el que nos encaminamos.